La frase anterior se ha convertido para nosotros en un mantra que expresa un doble compromiso. Por un lado, con la defensa de los derechos y libertades de las mujeres (en el caso del corto, mas concretamente, sus derechos y libertades sexuales) y, por otro, con la renovación, recontextualización y reivindicación de una serie de tropos, códigos y técnicas asociadas al cine de terror.
Con respecto al primero de nuestros compromisos, y sin destripar mucho la historia, Polvo de Angel está planteado de forma en la que los mecanismos narrativos más próximos la representación realista sean aquellos que representen el verdadero terror inherente a actos de abuso y opresión, desgraciadamente cotidianos, y que aquellos códigos pertenecientes a un cine de terror más puro jueguen un papel liberador y catártico que equilibra el sabor amargo del resto de elementos.
Además, y más allá de tramas, la producción misma del cortometraje está comprometida con que los elementos feministas que contiene la obra no queden como un brindis al sol. Por compromiso, hemos buscado, ante todo, la paridad a la hora de ensamblar el equipo técnico y está contemplado asegurar el bienestar psicológico de los interpretes en las escenas más demandantes de la película.